Acosada by Cassandra O'Donnell

Acosada by Cassandra O'Donnell

autor:Cassandra O'Donnell
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
publicado: 2015-12-17T23:00:00+00:00


— Gracias.

— No es a mí a quien tienes que agradecer sino a ese vampiro cabrón arrogante… — dijo socarrona Beth.

— No te pases, Beth, ahora mismo acaba de salvarme la vida.

— Oh, me doy perfecta cuenta, créeme… ¿Entonces me lo explicas?

— ¿De qué hablas?

— Hablo del hecho de que cuando has sentido el peligro, no es a casa de tus amigos donde has corrido a refugiarte, sino a casa de Raphael.

— No quería hacerles correr riesgos — contesté.

— No, ¡has preferido poner tu vida entre las manos de ese psicópata! Lo que más me hace rabiar, es que tuviste razón y eso, ves, me cuesta un poco digerirlo.

Ella comenzaba seriamente a enervarme.

— ¿Cuál es tu problema, hubieras preferido mi muerte?

— No, pero me gustaría comprender las razones que han empujado a Raphael a tomar el riesgo a desafiar a su clan por ti.

— Hay que creer que tiene verdaderamente ganas de que encuentre al que mete mierda en su territorio.

— No quisiera ofenderte, pero no creo que seas indispensable hasta tal punto…

Levanté la cabeza.

— Me fastidias, Beth.

Raphael hizo de pronto irrupción en el cuarto de baño, un trozo de tela negra en la mano.

— Te he traído un vestido. Pienso que es de tu talla. ¿Estás bien, Rebecca? — preguntó rozándome suavemente la mejilla, con aire inquieto.

— Sí, no te preocupes, sobreviviré.

Su caricia era tan delicada que puse instintivamente mi cara en su mano olvidando que Beth nos observaba. Cuando me di cuenta, era ya demasiado tarde.

Ella hervía de ira y reprobación.

— ¿A qué juegan ustedes dos?

— ¿Perdona? — preguntó Raphael con voz helada.

Ella se giró hacia mí y lanzó con amargura:

— ¿Has olvidado quién es o lo que es, Rebecca? ¿Quieres cometer otra vez el mismo error?

— ¿Es lo que piensas? — contesté.

— Ya no pienso nada más. Lo veo. Se giró hacia el vampiro.

— No deberías divertirte con ella, Raphael, porque la conozco: ella no vacilará en matarte en caso de necesidad, ni aunque eso le rompa el corazón.

Raphael miró fijamente a Beth a los ojos y se contentó respondiendo lacónicamente:

— No estoy jugando, lobo. Me ruboricé sin querer.

Ella nos dirigió una mirada asqueada y salió dando un portazo.

— Tiene razón. Más valdría que nos quedemos lejos el uno del otro — dije.

— ¿Por qué?

Me miraba fijamente, sus ojos azules clavados en los míos.

— ¿Por qué has hecho eso? ¿Qué interés tienes en protegerme? Continuó mirándome y sentí mi vientre apretarse.

— ¿Piensas hablarme o vas a continuar escuchándome monologar como una imbécil?

— ¿Por qué has venido a refugiarte a mi casa? — preguntó con voz cariñosa.

— No lo sé para nada.

Me atrajo hacia él y enroscó su cuerpo alrededor del mío.

— ¿De verdad? — ironizó.

Deseaba alejarme de él, resistirme a su contacto, pero no lo hice. No comprendía lo que le había empujado a ayudarme, pero no podía retenerme de estarle agradecida.

— Tenemos que irnos, mi hija y yo.

Sacudió con un gesto gracioso su largo cabello rubio.

— De ninguna manera.

Mi corazón latía desenfrenado a intenté alejarme de él.



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